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27. Año 147.

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No sé con exactitud cuánto tiempo llevo esperando por este momento, pero ha sido muchísimo, para mí algo aproximado a una eternidad. Una que ha estado marcada por siestas terriblemente largas, por giras interminables y por baches que no sabía si podríamos superar.

La distancia es complicada, puede hacer que hasta la relación más fuerte y sólida se enfríe, pero no hay nada como volver a casa y sentir que es ese el lugar al que perteneces, ese al que llamar hogar, ese del que sabes que nunca debiste salir. Para mí, ese lugar son sus brazos, pero también el huequito que me deja entre su hombro y su cuello para que hunda mi cabeza cuando nos tumbamos en la cama, la sonrisa con la que me recibe cuando me ve, los besos que me da cada mañana y con los que me acompaña a dormir cada noche... podría seguir, porque todo él es mi refugio, mi lugar seguro, mi verdadero hogar desde que lo conocí.

Con Christopher aprendí que el amor hay que cuidarlo día tras día, que las palabras y las acciones van de la mano, aunque no sean en público, que el amor no tiene edad y sobre todo, que uno no elige de quién se enamora... pero yo me siento infinitamente feliz de haberlo hecho de ti.

Espero que esta vez sí te quedes a mi lado para siempre. No quiero más pausas, no quiero más sueños eternos, no quiero más giras. Quiero una vida de ti y de mí, de disfrutarnos, de aprovechar nuestra segunda oportunidad, de demostrarnos que el amor existe y que da igual lo que hayamos vivido antes, lo que importa es lo que vivimos ahora y con quién lo hacemos. Tengo la suerte de que puedo vivirlo contigo, así que déjame aprovecharla, déjame cuidarte todos los días, quererte, hacerte reír y cocinarte sin Thermomix, prometo que he mejorado.

Te amo, Christopher Matthews, hasta que || x



Sí quiero.

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