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La culpa es de los barrenderos

Me cuesta hablar de esto. He ido a ver si Kobe me asiste pero ni se presentó. Y yo, dale que dale a decirle cosas. Que si las calles son así, que si las calles son asá. El tema es que... es que... es que.. a mí un barrendero me echó droja en el colacao... ¡¡Y ME HA PREÑADO!! ¿Pero esto que es? Ni tranquila puede estar una. Yo estaba confiando en mis bragas revenías, vamos, que si eso no te echa para atrás... venga Kobe y lo vea.

En fin, el tema es que no hay mal que por bien no venga y como en toda mi vida he tenido muy mala suerte con mis Vladimiritos: ains, mi niño, ni flores he podido ponerle nunca en todos estos años ni tampoco con qué tristeza más grande, ni mi gallo lo despertará pues ahora es el tiempo de Otto Vladimir, no hay dos sin tres.

Pero yo lo que no me esperaba es encontrarme a mi hija como Pechos turgentes dos. Ains que guapa está y que salerosa. Eso sí, yo creo que la coleta debería aflojarla un poco, eh. Pero vamos, qué voy a saber yo de moda.

Y mucho menos me esperaba encontrar a esta niña necesita mucha fabada asturiana. ¡¡MI PRIMERA NIETA VIVA!! Es que me emociono sólo con verla... verla... verla... (*me quito las gafas de ratón*)... medio china, ¿no? Que no sé si nació así o viendo el gusto de la madre con las coletas estiraaaaadaaaasss se le ha ido la mano con la niña cuando era pequeña. Bueno, es igual. La niña tiene... ejem, digamos que tiene su arte. Yo lo que ella quiera.

La vamos a querer todos mucho.... y la vamos ayudar, especialmente su tía policía, le va a echar una mano... al guante (le oigo decir a lo lejos a Catherine).

¡Qué feliz soy con mi súper familia! Ni esta alegría me la quitará la droja de un barrendero.